Don Balón
El miércoles la planilla del diario estaba cargada. Tenía unas cuantas
notas entre ellas unos retratos fotográficos a un tal Juan Masnik, ex jugador de fútbol. Llegué a su casa
por la zona del Montevideo Shopping, luego de tocar timbre e insistir golpeando la puerta me abrió una señora que podía
ser mi abuela y me invitó a subir por una escalera a una casa de altos. Había
un poco de olor a comida y a encierro.
Al llegar arriba pedí permiso
para entrar, la señora me indicó que esperara en la mesa del living, la casa parecía
congelada en los años 80, me hizo acordar a mi niñez. Los adornos y muebles,
incluso el cassetero era todo de por lo menos dos décadas atrás, lo único moderno
era el televisor de plasma.
Las persianas de enrollar estaban
apenas abiertas, entraba un haz de luz duro pero la atmósfera era casi de
penumbra. De camino a mi asiento pude ver de reojo a Masnik en su cuarto levantándose
lentamente de su cama. Al parecer lo había despertado de la siesta.
Al rato apareció caminando
lentamente con un bastón, su característica mas sobresaliente era su nariz de
boxeador. Dejo el bastón detrás suyo y se sentó en la mesa a mi lado. Todo era
muy lento y yo tenía otras notas que hacer, si bien venía a ritmo de 5 minutos
por nota ésta era evidente que me tomaría más tiempo y no quería apurar y
quedar como un joven ansioso e irrespetuoso. Masnik apoyó una bolsa llena de
fotos sobre la mesa, mi misión además de fotos a él era reproducir esas fotos
que eran de cuando Juan jugaba al fútbol en los años 60 y 70. Yo sólo sabía que
jugaba al fútbol nada más. La primera foto que me muestra es él con treinta y
pico marcando a Johan Cruyff, en el mundial del 74. Cuando ví la foto lo volví
a mirar y me di cuenta que estaba sentado en la casa de un señor jugador de fútbol.
La pila de fotos era como un
currículum de imágenes, el joven Masnik aparecía junto a Pelé, a Robert Redford,
a una Miss Universo, tenía fotos con Spencer, con el “loco” Gatti, jugando
finales del mundo con Nacional. En fin, era la historia del fútbol viva.
Nos detuvimos en una foto
donde jugaba con Cerro pero la anécdota era extrañísima (para mi por lo menos)
estaba jugando contra un equipo escoses en el Yankee Stadium de Nueva York. En
1967 el club atlético Cerro participó de la United Soccer Association, una liga de fútbol profesional entre equipos de Estados Unidos y Canadá. Todos los equipos
que participaron en ella eran franquicias basadas y controladas por clubes de Europa y Sudamérica.
Cerro representaba a la ciudad de Nueva York y se
llamaban New York Skyliners, el
Cagliari de Italia por ejemplo también participó y representaba a Chicago Mustangs. El
plantel estuvo 3 meses viviendo en EEUU y jugando éste campeonato que intentaba
promocionar el soccer en Norteamérica. Masnik tenía 24 años.
En 1975 Volvería a la
gran manzana para jugar en el Cosmos junto a Pelé por un año. A esta altura el
abuelo era mi ídolo, un fenómeno que salió de El Tala en Soriano. Se lo
llevaron a las formativas de Peñarol y no paró hasta primera, luego tuvo un
problema con un dirigente y pasó a Cerro. Empecé a preguntarle todo, no pareció
importarle que no supiera nada de él, de su historia.
A mi me gusta el fútbol
pero no conozco nada de los 60 y 70 así que yo solo preguntaba todo lo que me parecía
y el señor me contaba. Tenia un remise en la puerta que a esa altura ya ni me
acordaba. Estuve como media hora, no me quería ir, era una leyenda de fútbol. Lo
comprobé cuando entró a sacar cartas de la bolsa de Mary Poppins donde tenía esas fotos, recortes de diario y
revistas. Las cartas eran de todas partes del mundo: Alemania, Hungría, México.
Era coleccionistas de firmas de jugadores de los mundiales que le pedían una
firma junto a una postal con su rostro luciendo la camiseta celeste de la que
fue capitán. Le pedían la firma al dorso de la foto y le enviaban 2 dólares
para que la pudiera enviar devuelta. Me contó que respondió algunas pero que
muchas veces el correo cuesta más que 2 dólares y dejo de hacerlo.
Hace poco tuvo
problemas de corazón y dejó de trabajar. Una leyenda del fútbol con una
jubilación de 4500 pesos. Como centro de mesa una caja de zapatos tenía una batería
de medicamentos que Juan Masnik
debe tomar a diario. Por supuesto que esos medicamentos barren con la jubilación
porque además del corazón sus rodillas y tobillos sufren los años. Sufren las
infiltraciones que le hicieron los médicos de los clubes grandes para que el
caudillo, el líder dentro de la cancha pudiera estar en alguna que otra final.
Después de sacarle 5 jeringas de líquido sinovial e inyectar corticoides los tobillos del jugador son ahora del tamaño de
sus rodillas. No estoy exagerando, se remango el pantalón y me mostró eso
tobillos que alguna vez supieron correr los sábados en tercera y los domingos
en primera (hablo del mismo fin de semana defendiendo a Peñarol). “La nariz
nunca me la quise arreglar; yo era cabeceador y sabia que algún codazo me iba a
ligar”
Las nuevas generaciones
piensan que los héroes del fútbol empezaron en el 2010 con Luís Suarez, Cavani
o Forlan sin saber que antes existieron tipos igual de grandes pero que no
hicieron millones en un pase. Todos son celestes cuando gana la selección pero
quien ayuda a este señor. Le queda el hecho de haber jugado en los dos grandes,
esto le genera amistades como su cardiólogo que lo atiende porque, fanático de fútbol,
sabe a quien le esta cuidando el corazón.
alguien alguna vez me dijo ,estas al lado de un campeon de futbol y entonces se presento " soy Masnik " a lo que respondi " como queres que te conozca si estas distinto a mis fuguritas " . Un tipo muy amable .Cada vez que lo veia lo presentaba a algun hincha de Nacional , el hombre se merecia ese reconocimiento minimo .Me fui de ese trabajo y no lo volvi a ver , gracias por el recuerdo pese a que no soy hincha de Nacional .
ResponderEliminarY si de viejos hay un ayudante tecnico de Nacional del 71 que todavia vive y merece que alguien lo recuerde
es Walter Brienza
Les comento que soy hincha de Nacional, y el domingo 30 fueron las elecciones de Uruguay. Voto en la misma mesa con Masnik y lo saludé diciéndole de la alegría que me daba verlo allí.
ResponderEliminarSe sorprendió y luego de conversar hasta el turno nuestro, me lo agradeció. Lo cual el agradecido era yo.
Es un gran tipo, que todo lo dio.
Saludos desde Montevideo.